La Cofradía del Santo Cristo

A fin de promover el culto del Santo Cristo y tener cuidado de su iglesia se instituyó una obrería, formada por un eclesiástico designado por el vicario general y por dos mayordomos del gremio de cardadores, denominados obrers o caixers . A ellos, en el transcurso del siglo XVIII se sumaron dos payeses, encargados de hacer cada año dos colectas por el campo a fin de recoger donativos, consistentes en trigo, queso, lana y corderos. Estos animales ofrecidos a la obrería quedaban en depósito en los predios y, al ser vendidos, su producto ingresaba en las arcas de la institución piadosa. La leche de las ovejas pertenecientes a la obrería quedaba, sin embargo, a beneficio de los predios respectivos.

El 2 de julio de 1680 los jurados concedieron a los mayordomos de la obrería del Santo Cristo el derecho a tener una señal propia con la que debían marcar el ganado ovino perteneciente a la institución. Hacia el comienzo del siglo XVIII la obrería tomó el nombre de cofradía, sin que de momento cambiara visiblemente su estructura y organización.

En 1719 los cardadores suplicaron al vicario general que su gremio, que tenía por titular a San Bernardino de Siena, se unificara con la cofradía del Santo Cristo. Desde entonces se impuso la denominación de <gremio, oficio y cofradía de los honorables “paraires” del Santo Cristo y del glorioso San Bernardino>. En 1721 se resolvió admitir en la cofradía a toda clase de personas, sin necesidad de que estuvieran vinculadas con el oficio de cardadores. Por un breve del papa Inocencio XIII datado el 7 de julio del mismo año se concedía autorización pontificia a dicha cofradía y se otorgaba a los cofrades indulgencia plenaria y otras gracias espirituales.

En el mes de agosto de 1721 se dio comienzo a un libro registro de todos los que formaban o ingresaban en la cofradía. En el encabezamiento figura la aprobación del entonces vicario general de Menorca Dr. Miguel Barceló y el nombre de los mayordomos ( caixers ) Rvdo. Onofre Soliveres y los honorables Gaspar Benejam y Miguel Janer, payeses, y los maestros cardadores Juan Bagur y Matías Oliver. Hubo, a veces, algunas dificultades administrativas, debido a que las competencias de la cofradía y del gremio no estaban bien delimitadas. A consecuencia de ello el culto y la buena conservación de la iglesia y de los objetos sagrados experimentaron algunas deficiencias. Estos perjuicios, sin embargo, se remediaron gracias al celo y la buena administración del maestro José Nin Triay, el cual desde 1777 fue secretario del gremio de cardadores y desempeñó este cargo durante cuarenta años, hasta que admitió en 1817 a causa de ser ya muy anciano. Gracias a él la iglesia del Santo Cristo estuvo muy bien atendida y en ella se celebraba el culto con mucha devoción y solemnidad.

En 1816 el obispo diocesano D. Jaime Creus y Martí dispuso que la administración de la cofradía del Santo Cristo quedara totalmente desvinculada del gremio de cardadores. En 1829 el Obispo Ceruelo Sanz nombró capellán custodio de la iglesia el Rvdo. Juan Fornaris. Desde entonces la iglesia del Santo Cristo dejo de depender del gremio de “paraires”, que se hallaba muy decaído por efectos de unas disposiciones del gobierno español en 1813 que llevaron a la quiebra de la organización gremial en todo el ámbito de la nación. A pesar del decaimiento o la extinción del gremio de “paraires”, las personas que ejercían el oficio de cardadores continuaron fieles en su devoción al Santo Cristo participando en los actos de culto que se celebraban en su honor.

La cofradía del Santo Cristo está formada actualmente por más de ochocientas personas. De su floreciente estado derivan copiosos frutos de piedad y de vida cristiana.